jueves, 22 de noviembre de 2012

Examen de addomen

 





Examen de abdomen

Desde el punto de vista del examen del abdomen, conviene tener presente las estructuras que están contenidas en él y la forma de reconocerlas: su ubicación, tamaño y las alteraciones que pueden presentar.



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En el abdomen se ubica gran parte del sistema digestivo, incluyendo el tubo digestivo, hígado, vesícula, páncreas; los riñones y estructuras urológicas; las glándulas suprarrenales, el bazo; y en la mujer, su sistema reproductivo, incluyendo ovarios, trompas y útero. Cada una de estas estructuras tiene una ubicación y tamaño, desempeña funciones y es fuente de alteraciones y enfermedades. El detalle conviene revisarlo en textos de anatomía y fisiopatología.




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Algunos puntos de referencia del abdomen son: los rebordes costales, el apéndice xifoides, el ombligo, las espinas ilíacas anterosuperior en cada lado, las regiones inguinales y el borde superior del pubis.






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Para describir la ubicación de los hallazgos del examen físico, el abdomen se divide en cuatro o en nueve secciones. En el primer caso, se trazan dos líneas imaginarias perpendiculares que pasan por el ombligo y delimitan cuatro cuadrantes: superior derecho e izquierdo, e inferior derecho e izquierdo. Si se divide en nueve secciones o regiones, se trazan dos líneas que en su extremo superior son la continuación de las líneas torácicas medioclaviculares que hacia abajo llegan a los extremos laterales del pubis, y dos líneas horizontales, pasando la primera por el punto inferior del reborde costal a cada lado (10ª costilla), y la segunda, por las crestas ilíacas anterosuperiores. Se constituyen así las siguientes regiones, de derecha a izquierda: en el tercio más alto: hipocondrio derecho, epigastrio e hipocondrio izquierdo; en el tercio medio: flanco derecho, región umbilical y flanco izquierdo; en el tercio inferior: fosa ilíaca derecha, hipogastrio y fosa ilíaca izquierda.

Usando las divisiones anteriores, conviene tener presente la ubicación en la cual se encontrarían las distintas estructuras intraabdominales, como se indica a continuación.

División por cuadrantes:
Cuadrante superior derecho: hígado y vesícula biliar; cabeza del páncreas, parte del riñón derecho, glándula suprarrenal derecha, partes del tubo digestivo (ángulo hepático del colon).
Cuadrante superior izquierdo: bazo, lóbulo izquierdo del hígado, cuerpo y cola del páncreas, parte del riñón izquierdo, glándula suprarrenal izquierda, partes del tubo digestivo (ángulo esplénico del colon).
Cuadrante inferior derecho: ciego y apéndice; ovario y trompa derecha; polo inferior del riñón y uréter derecho; otras partes del tubo digestivo (colon ascendente), canal inguinal.
Cuadrante inferior izquierdo: colon sigmoides y parte del colon descendente; ovario y trompa izquierda; polo inferior del riñón y uréter izquierdo, canal inguinal.

División en nueve regiones:
Hipocondrio derecho: lóbulo hepático derecho, vesícula biliar, parte del riñón derecho, glándula suprarrenal, ángulo hepático del colon.
Epigastrio: estómago, duodeno, páncreas, parte del hígado, aorta, vena cava inferior.
Hipocondrio izquierdo: bazo, cola del páncreas, ángulo esplénico del colon, polo superior del riñón izquierdo, glándula suprarrenal.
Flanco derecho: parte del riñón derecho y del colon ascendente.
Región umbilical: porción inferior del duodeno, intestino delgado, aorta, vena cava inferior.
Flanco izquierdo: parte del riñón izquierdo y del colon descendente.
Región ilíaca derecha: ciego, apéndice, extremo inferior del íleon, ovario, desembocadura del uréter, canal inguinal.
Región del hipogastrio o suprapúbica: útero, vejiga, colon sigmoides.
Región ilíaca izquierda: colon sigmoides, ovario, desembocadura del uréter, canal inguinal.

En la pared posterior del abdomen se reconocen fundamentalmente las regiones lumbares que son la continuación de los flancos y se extienden desde las 12as costillas hasta el tercio posterior de las crestas ilíacas. Los riñones son órganos ubicados en el retroperitoneo y su parte más superior queda a la altura de las dos costillas flotantes. En el ángulo costovertebral, que se localiza entre el borde inferior de la 12ª costilla y las apófisis transversas de las vértebras lumbares altas, se puede reflejar dolor proveniente de los riñones.

Es posible que el paciente refiera dolores en el abdomen que se generan fuera de él. Por ejemplo, una neumonía basal puede doler en uno de los hipocondrios; un infarto agudo de la cara inferior del miocardio puede doler en el epigastrio; un herpes zóster intercostal, a veces se asocia a dolores referidos al abdomen. En otro sentido, un problema intraabdominal puede dar dolor en regiones distantes. Por ejemplo, un neumoperitoneo o un proceso anexial puede asociarse a dolor en un hombro.



Examen del abdomen.




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Debe efectuarse con una iluminación adecuada y exponiendo el abdomen en forma amplia de modo de efectuar una buena observación, desde la parte baja del tórax hasta las regiones inguinales, pero sin exponer los genitales externos para respetar el pudor del paciente. Este debe estar en decúbito supino y es necesario que relaje al máximo su musculatura abdominal. Para esto conviene que tenga sus brazos a los lados o sobre el pecho, pero en ningún caso hacia arriba; la cabeza sobre una almohada y, eventualmente, las piernas semiflectadas con una almohada bajo las rodillas. El examen habitualmente se efectúa desde el lado derecho, pero conviene tener destrezas para examinar desde ambos lados.

No hay que olvidar de examinar las regiones inguinales (p.ej.: una pequeña hernia crural puede ser la explicación de una obstrucción intestinal).

En tiempos fríos, es necesario cuidar que las manos y el estetoscopio estén templados de modo que el paciente no tenga sobresaltos. Puede ser necesario lavarse las manos con agua caliente, frotárselas, o comenzar el examen palpando sobre la camisa del paciente hasta sentir las manos más tibias y entonces descubrir el abdomen. En personas que sufren de cosquillas conviene mover las manos lentamente, evitando movimientos bruscos e inesperados; al principio el examinador podría colocar su mano sobre la del paciente y comenzar a examinar de esta forma, y después de unos instantes pasar al examen directo.

Las zonas en las cuales puede haber dolor conviene examinarlas al final.

Inspección.



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Interesa ver la forma del abdomen, si existen zonas solevantadas bajo las cuales pueda haber un proceso expansivo, los movimientos respiratorios, si existen cicatrices o hernias. También puede ser importante fijarse en la presencia de manchas o lesiones de la piel, en la distribución del vello, o si existe circulación colateral anormal.

Los movimientos respiratorios se aprecian en la parte alta del abdomen. Lo normal es que con la inspiración se produzca un abombamiento de esta zona debido al descenso del diafragma que presiona y empuja las vísceras. En casos de insuficiencia respiratoria o parálisis diafragmática, en vez de un abombamiento puede ocurrir una depresión si el diafragma es arrastrado hacia arriba por la presión negativa que se genera dentro del tórax (respiración paradojal). En la parte alta del abdomen se puede observar, especialmente en personas delgada, un latido transmitido desde la aorta descendente.

En ocasiones se ven unas estrías de distensión que corresponden a rotura de fibras elásticas de la piel. Se encuentran en los flancos y partes bajas del abdomen. Son de color blanco y ocurren en mujeres que han tenido embarazos y en obesos que han bajado de peso. Cuando tienen una coloración púrpura se asocian a un exceso de glucocorticoides (p.ej.: síndrome de Cushing).

En hemorragias peritoneales puede aparecer en la región periumbilical una coloración azulada que constituye el signo de Cullen (p.ej.: en embarazo tubario roto). En pancreatitis aguda necrohemorrágicas, con sangramiento hacia el retroperitoneo, puede aparecer una coloración azulada en las regiones lumbares (signo de Grey Turner).

En personas muy delgadas es posible ver movimientos peristálticos de asas intestinales. Esto es más evidente cuando existe una obstrucción intestinal aguda que se asocia a distensión del intestino y aumento del peristaltismo.

El ombligo normalmente es umbilicado o plano. Cuando existe ascitis se puede ver evertido (protruye hacia afuera). Una onfalitis es una inflamación del ombligo que se manifiesta por enrojecimiento y secreción.

La distribución del vello pubiano es diferente en el hombre que en la mujer. En el primero tiene una distribución romboidal, llegando hasta el ombligo. En la mujer es de tipo triangular, sin vello hacia el obligo. Esta distribución se altera cuando existen cuadros feminizantes en el hombre o virilizantes en la mujer asociados a cambios hormonales.

Si existen hernias (umbilical, inguinal, crural), se hacen más evidentes cuando la persona puja. Una eventración es la protrusión de tejidos intraabdominales a través de zonas débiles de la musculatura abdominal en cicatrices quirúrgicas, pero contenidas por la piel. Originan las hernias incisionales. En una evisceración ocurre una salida de asas intestinales fuera del abdomen por dehiscencia de la sutura de una laparotomía o a través de una herida traumática.

A nivel de la línea media del abdomen, por encima del ombligo, puede ocurrir un abombamiento en relación a maniobras de Valsalva (aumento de la presión intraabdominal) por separación de los músculos rectos (diástasis de rectos) y no tiene mayor importancia. En otros casos, puede existir un pequeño defecto o solución de continuidad de los planos más profundos de la pared, en dónde se puede presentar una hernia de la línea alba (o línea blanca).

Algunas masas ubicadas en la pared abdominal se podrían hacer más notorias al solicitar al paciente que ponga la musculatura del abdomen tensa (p.ej.: levantando la cabeza y hombros o intentando sentarse).

Algunas cicatrices quirúrgicas que se pueden encontrar son las siguientes:
de McBurney: es una incisión en el cuadrante inferior derecho, paralela a las fibras musculares del músculo oblicuo externo a unos 3 cm de la espina ilíaca anterosuperior, que se usa en apendicectomías. Ocasionalmente, especialmente en apendicitis de difícil diagnóstico o complicadas con peritonitis, se usa una incisión paramediana derecha infraumbilidal, que permite un mayor campo operatorio.




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de Kocher: es una incisión subcostal derecha, paralela al reborde costal, y que se usa para colecistectomías. Para esta operación también se usa una incisión paramediana derecha supraumbilical. Actualmente la mayoría de las colecistectomías se efectúan mediante laparoscopía y las incisiones que se encuentran son pequeñas (en reborde del ombligo y una o dos en cuadrante superior derecho).
Incisión mediana supraumbilical (usada para operaciones del estómago y otras estructuras del hemiabdomen superior).


de Pfannenstiel: es una incisión arqueada por encima de la sínfisis pubiana en el sentido del pliegue suprapúbico, que se usa para efectuar cesáreas u operaciones ginecológicas como histerectomías. Antes era frecuente que se hiciera una incisión mediana infraumbulical.




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Las circulaciones venosas colaterales anormales que se pueden observar son del siguiente tipo:
Porto-cava: se observa cuando está aumentada la circulación venosa por las venas periumbilicales, debido a una obstrucción de la vena porta, tal como ocurre en pacientes con cirrosis hepática avanzada. Las venas irradian desde ombligo hacia la periferia y el flujo venoso sigue el mismo sentido. Da lugar a la llamada "cabeza de medusa".


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Cava-cava: es una circulación venosa colateral que se ve cuando existe una obstrucción de la vena cava inferior; las venas se desarrollan en las regiones laterales del abdomen y la sangre fluye en sentido ascendente.

La dirección del flujo de una vena se aprecia apoyando los dedos índices de cada mano sobre un segmento de la vena, en un trayecto que no reciba tributarias colaterales. Estando los dedos juntos y aplicando un poco de presión, se separan de modo de exprimir toda la sangre del interior del segmento. Luego se levanta uno de los dedos y se ve la rapidez con la que la vena vuelve a llenarse de sangre: si ocurre inmediatamente, la sangre fluye en ese sentido; si la vena permanece un tiempo colapsada, quiere decir que el dedo que todavía la comprime impide el flujo. Se repite la maniobra levantando uno u otro dedo hasta estar seguro de la dirección de la sangre.

La forma del abdomen puede ser diferente. Esto depende de la edad, de la relación entre el peso y la talla, de la constitución del cuerpo, de lo atleta o sedentaria que sea la persona y de alteraciones que puedan existir: tumores, ascitis, meteorismo (gas aumentado en el intestino). Normalmente tiene una forma redondeada o plana. En personas delgadas y en decúbito dorsal se aprecia un abdomen excavado (escafoide o cóncavo). Si se aprecia abultado se habla de un abdomen globuloso o prominente. Cuando en decúbito supino el abdomen impresiona que se "rebalsa" hacia los lados se le llama en alforjas; si estando de pie, se aprecia un gran pliegue que cuelga del hemiabdomen inferior se llama en delantal.

La presencia de tumores o masas es otra importante observación. El aumento de volumen por un útero grávido es una situaciones bien conocida. La característica principal es el crecimiento desde el hipogastrio hacia arriba, con una convexidad superior. Algo parecido ocurre con una vejiga distendida que no puede vaciarse (globo vesical). Una gran esplenomegalia podrá dar un abultamiento en el cuadrante superior izquierdo; una hepatomegalia, en el cuadrante superior derecho. Con frecuencia, para detectar estos abultamientos es necesario fijarse bien, contar con una iluminación algo tangencial para que las curvaturas en la superficie del abdomen se dibujen mejor, y solicitar al paciente que respire profundo, de modo que al bajar el diafragma las vísceras protruyan.

Auscultación.



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Lo que se trata de auscultar son ruidos que derivan de la movilidad del intestino y posibles soplos vasculares. Se efectúa antes de la percusión y la palpación ya que éstas pueden alterar los ruidos intestinales o ruidos hidroaéreos. La auscultación debe ser metódica y cubrir los distintos cuadrantes del abdomen.

Mediante la práctica, es necesario familiarizarse con las características de los ruidos normales para poder distinguir cuándo están aumentados y cuándo disminuidos. Como todos los sonidos, se puede distinguir frecuencia, intensidad, tono y timbre. Lo normal es escuchar como clics o gorgoteos regulares, entre 5 a 35 por minuto. Cuando el gorgoteo es prolongado y de tono bajo se habla de borborigmo ("gruñidos gástricos"). En las diarreas los ruidos intestinales o hidroaéreos están aumentados en frecuencia e intensidad.

Cuando el estómago está distendido con líquido porque existe una obstrucción a nivel del píloro o un poco más abajo (síndrome pilórico), o porque se ingirió una gran cantidad de líquido en las horas anteriores, al sacudir al paciente se puede auscultar en la región epigástrica un bazuqueo gástrico que son ruidos de tono alto semejantes a los que se escuchan al agitar un tonel parcialmente lleno de líquido.

Cuando existe una parálisis intestinal (íleo paralítico), desaparece el peristaltismo y con ellos, los ruidos intestinales, y se escucha un silencio abdominal. Para concluir que los ruidos intestinales están ausentes, se debe auscultar unos 3 a 5 minutos. Las asas intestinales se distienden con líquido y aire; si al paciente se le sacude, se auscultan ruidos de sucusión, semejantes al bazuqueo gástrico. Habitualmente se escuchan en todo el abdomen.

En un íleo mecánico, por obstrucción intestinal, los ruidos están aumentados junto con la mayor actividad peristáltica. Se escuchan ruidos de tono alto y en secuencias que aumentan junto con el incremento del dolor de carácter cólico.

Otros ruidos que se pueden auscultar son soplos por flujos turbulentos dentro de las arterias: aorta (en línea media, supraumbilical), renales (paramediano supraumbilical, a cada lado), ilíacas (paramediano infraumbilical, a cada lado), femorales (en las regiones inguinales). Pudieran escucharse mejor con la campana del estetoscopio. En todo enfermo hipertenso se deben buscar soplos que deriven de la estenosis de alguna de las arterias renales; se ausculta en el epigastrio, hacia lateral, y en los ángulos costovertebrales. El escuchar un soplo que ocurre durante la sístole solamente en la proyección de la aorta descendente, las ilíacas o las femorales, no implica necesariamente que exista una estenosis de la arteria; es más específico si el soplo se escucha en la sístole y la diástole.

En mujeres embarazadas se pueden auscultar los latidos cardíacos fetales a partir de las 16 a 18 semanas. Se escuchan mejor con una corneta especial que usan los obstetras y matronas.








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Percusión.





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Normalmente al percutir el abdomen se escuchan ruidos sonoros que reflejan el contenido de aire en el tubo digestivo.

Frente a un abdomen distendido, la percusión puede ayudar a diferenciar si la distensión es por acumulación de gas (meteorismo), líquido en el peritoneo (ascitis), o un aumento de volumen anormal (tumor, globo vesical, útero miomatoso, etc.).

Si el problema es acumulación de gas, se escucha una hipersonoridad o un timpanismo.

Si se trata de ascitis, al percutir el abdomen estando el paciente está decúbito supino, se delimita un área central de sonoridad normal, rodeada por una zona periférica en los flancos e hipogastrio de sonoridad mate, con una concavidad superior a nivel del hipogastrio. Como el líquido de la ascitis se desplaza con los cambios de posición, se percute también el abdomen poniendo al paciente primero en un decúbito semilateral y luego en el otro. El líquido se desplaza hacia el nivel más bajo. Con la percusión se delimita el cambio entre el sonido claro y el sonido mate que ocurre en los flancos. Se deja una marca con un lápiz, que se pueda borrar. Al mirar las marcas que se efectuaron en los flancos en cada decúbito, se puede encontrar una matidez desplazable, que si es de más de 4 cm, sugiere la presencia de ascitis. En un cuadro de íleo paralítico, en que se acumula líquido en las asas intestinales, también se puede encontrar matidez desplazable. En este caso, se deben considerar otros aspectos clínicos para hacer un diagnóstico diferencial.

Un signo que se ha usado para identificar si un paciente tiene ascitis es el signo de la ola que consiste en dar unos golpes en un hemiabdomen y ver si se reflejan ondas hacia el otro hemiabdomen (tal como ocurre al lanzar una piedra en una laguna quieta que genera ondas que migran hacia la periferia). Para evitar que las ondas que se propagan se deban a un efecto del tejido adiposo de la pared abdominal, se coloca una mano de canto en la línea media del abdomen. No es un signo confiable ya que tiene falsos positivos y falsos negativos.

Si el problema es un útero aumentado de volumen o una vejiga distendida (globo vesical), se encuentra una matidez en el hipogastrio que tiene una convexidad de sonoridad clara superior.

En el epigastrio y la parte medial del hipocondrio izquierdo se encuentra habitualmente una zona de mayor sonoridad que corresponde a aire contenido en el estómago. Esto se acentúa después de ingerir una bebida gaseosa, en que se percute timpanismo por la distensión del estómago.

En el examen del hígado, la percusión se utiliza para precisar el límite superior, por la cara anterior: se percute desde el 3er espacio intercostal a nivel de la línea medioclavicular y se va descendiendo; el nivel en que el sonido para de claro a mate corresponde al hígado. Habitualmente se ubica en el 5º a 7º espacio intercostal. Debe recordarse que este nivel puede cambiar según el paciente esté en inspiración o en espiración. Para delimitar el borde inferior del hígado se utiliza predominantemente la palpación, aunque también se puede usar la percusión. En este caso, se comienza percutiendo más abajo del reborde costal y se va subiendo por la línea medioclavicular hasta encontrar el nivel de transición entre un ruido sonoro y uno mate. Si se ha efectuado una marca entre el límite superior e inferior del hígado, se tiene la proyección hepática que normalmente es de 6 cm a 12 cm. Valores mayores a 12 cm sugieren una hepatomegalia. Ocasionalmente no se encuentra la matidez hepática por la interposición de una asa del colon entre el hígado y la pared torácica o porque existe un neumoperitoneo (p.ej.: úlcera duodenal perforada). Al delimitar el borde inferior del hígado con la percusión, se facilita la palpación posterior. Con la inspiración profunda, el hígado baja unos 2 a 4 cm. Estos cambios de la posición del hígado con la respiración deben ser considerados al estudiar la proyección hepática de modo de hacer la medición ya sea en inspiración o en espiración.

El bazo también se explora mediante la percusión. Se encuentra en una posición oblicua a nivel subcostal en el hemitórax izquierdo, por detrás de la línea medioaxilar. Se percute estando el paciente en decúbito supino tratando de encontrar una pequeña área de matidez esplénica que puede estar entre la 6ª y la 10ª costilla, y que en condiciones normales no sobrepasa la línea axilar media. Si la matidez se extiende más allá de la línea axilar anterior, existiría esplenomegalia. Posteriormente el examen debe complementarse con la palpación del polo inferior del bazo.

Palpación.




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Se comienza efectuando una palpación superficial mediante la cual se buscan puntos dolorosos y se evalúa si la pared abdominal es depresible. Cuando existe resistencia muscular, puede ser voluntaria o involuntaria. En el primer caso puede deberse a tensión nerviosa, temor a sentir dolor, frío o cosquillas. Es necesario tranquilizar al paciente y solicitarle que se relaje. El examinador debe poner su antebrazo y mano en posición horizontal, y los dedos van examinando ejerciendo una presión suave y uniforme. Se recorre el abdomen en todos sus cuadrantes teniendo presente qué se puede llegar a palpar en cada sector de acuerdo a la anatomía normal. Cuando existe resistencia muscular involuntaria el abdomen se encuentra rígido, poco depresible. La rigidez puede ser difusa (p.ej.: peritonitis generalizada) o localizada (p.ej.: apendicitis aguda contenida). Algunos cuadros neurológicos impiden al paciente relajar bien su abdomen (p.ej.: tétanos, demencia).

A continuación se efectúan una palpación profunda mediante la cual se identifican con más detalles las estructuras intraabdominales. Es frecuente que se pueda desencadenar una molestia al presionar sobre el ciego, colon sigmoides, aorta, línea media bajo el xifoides. Al repetir la palpación con cuidado es posible que la molestia no se repita. La palpación profunda se puede efectuar con una o las dos manos. Al usar ambas manos se coloca una sobre la otra, de modo que la de más arriba ejerce la presión y la de abajo efectúa la palpación. En obesos esta técnica puede resultar conveniente. Algunas personas prefieren palpar colocando una mano al lado de la otra.

Al sentir una masa se debe precisar su localización, tamaño, forma, consistencia, sensibilidad, pulsación, movilidad y movimientos con la respiración. Ante la duda si la masa es de la pared o intraabdominal se solicita al paciente levantar su cabeza y hombros con lo que contrae los músculos abdominales: si es de la pared, sigue palpándose; si es profunda, se vuelve más difícil de sentir.

Algunas masas crecen del hipogastrio hacia arriba: vejiga distendida, tumor ovárico, útero miomatoso. También lo hace un útero grávido. En estos casos se palpa una masa con una convexidad superior. Otras masas tienen una localización diferente según procedan del apéndice, del colon, ganglios retroperitoneales, aorta, páncreas, estómago, vesícula biliar, hígado, bazo, riñones, etc. En cada caso se debe precisar cada una de los atributos que se mencionaron más arriba.

Si existe dolor es necesario precisar su localización, irradiación, maniobras que lo aumentan o lo disminuyen. Un examinador delicado trata de provocar el menor dolor posible, sin perder información necesaria para el diagnóstico. Aunque habitualmente se palpa con los dedos de la mano, algunos dolores se localizan mejor con un sólo dedo.

Algunas afecciones tienden a doler con más frecuencia en sitios específicos. Una apendicitis duele al presionar inmediatamente lateral al punto medio de una línea imaginaria que se proyecta entre el ombligo y la espina ilíaca anterosuperior. Una colecistitis aguda bajo el reborde costal derecho, lateral al borde del músculo recto abdominal. Una diverticulitis duele en el cuadrante inferior izquierdo.

Uno de los dolores más fuerte se deben a la irritación del peritoneo. En estos casos puede bastar una suave presión o incluso la sacudida que se produce al percutir para desencadenar dolor. Cuando el paciente tose, también se desencadena dolor. En las peritonitis agudas se describe el signo del rebote (signo de Blumberg) que consiste en un dolor que se produce al retirar rápidamente del abdomen los dedos que examinan. Duele más al retirar la presión que al ejercerla. Este signo se desencadena efectuando la maniobra incluso alejado del sitio de mayor dolor.

Palpación del hígado.






Con la punta de los dedos de la mano derecha, estando el examinado a la derecha del paciente, se va al encuentro del borde inferior del hígado mientras el paciente efectúa una inspiración profunda por la boca. Algunas personas prefieren hacer la misma maniobra pero con los dedos paralelos al reborde costal y otros tratan de engancharlo orientando la mano desde el tórax hacia el abdomen, y arqueando los dedos en el reborde costal. También puede rendir solicitar al paciente que sostenga la respiración después de una inspiración profunda. Otra maniobra que puede ayudar a tener un mejor rendimiento es colocar la mano izquierda bajo la parrilla costal en la parte más baja y presionar hacia arriba tratando de bascular el hígado. La alternativa sería colocar la mano empuñada entre la pared costal y la superficie de la cama formando una cuña. Por último, la información que se ha obtenido mediante la percusión del borde inferior del hígado puede orientar la palpación.

Los dedos deben partir en búsqueda del borde hepático alejados del reborde y al encontrarlo, deben dejar que la superficie del hígado se deslice bajo ellos. La palpación se comienza en la línea medioclavicular y se va repitiendo hacia el epigastrio o más allá si el lóbulo izquierdo está hipertrofiado. Esto permite identificar las características del borde del hígado y de su superficie, y la consistencia del tejido.

Es muy frecuente que el borde inferior del hígado no se logre palpar. Si se palpa, debe ser firme, liso uniformemente y no doloroso. En algunas enfermedades estas características cambian. En la cirrosis hepática el borde es más cortante, la consistencia dura y la superficie podría encontrarse nodular. En un tumor hepático, se puede encontrar un nódulo duro, y es frecuente que se de en el contexto de un hígado cirrótico. Un hígado congestivo por insuficiencia hepática es de borde romo, puede ser algo sensible, y la consistencia firme. En una hepatitis aguda infecciosa el hígado está algo crecido y puede ser sensible al palparlo. Ocasionalmente se palpa un lóbulo derecho del hígado que desciende hasta al cresta ilíaca y que es una variante anatómica sin mayor importancia (lóbulo de Riedel).

Vesícula biliar.



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Normalmente no se palpa. Se localiza por debajo del borde hepático, a la altura del borde lateral de músculo recto abdominal. Cuando se inflama (colecistitis), al tratar de palparla se produce dolor al presionar es ese sitio al final de una inspiración (signo de Murphy). Podría palparse una masa de bordes poco precisos por confluencia de tejidos vecinos como el epiplón (plastrón vesicular). La impactación de un cálculo biliar en el conducto cístico puede llevar a una vesícula palpable (hidrops vesicular). La palpación de una vesícula que no duele en un paciente ictérico mayor de 50 años hace plantear el diagnóstico de un cáncer que obstruye el colédoco o la ampolla de Vater (signo de Courvoisier). Una masa dura en relación al borde hepático puede tener relación con un tumor canceroso de la vesícula o del hígado.

Bazo.



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Solamente el polo inferior es palpable. Se examina con la mano derecha, estando el paciente en decúbito supino y el examinador a su derecha. Normalmente, en los adultos no se logra palpar, aunque existen excepciones. Si es palpable, significa que está aumentado de volumen en la mayoría de los casos. Crece hacia abajo y adelante. Los dedos de la mano que examina se dirigen hacia el hipocondrio izquierdo, y van al encuentro del polo inferior del bazo mientras el paciente efectúa una inspiración profunda por la boca. Conviene no partir muy cerca del borde costal ya que un bazo grande podría escaparse. Algunas personas prefieren además apoyar la mano izquierda bajo la parrilla costal y presionar hacia adelante tratando de hacer el bazo más prominente.

Se debe identificar el tamaño y la consistencia del bazo. Cuando está crecido como respuesta a una infección (p.ej.: fiebre tifoídea, endocarditis bacteriana) es de consistencia blanda. En procesos infiltrativos como en un linfoma, la consistencia es mayor. En ocasiones alcanza un gran tamaño (p.ej.: leucemia mieloide crónica). Una causa frecuente de esplenomegalia es por hipertensión portal en el curso de una cirrosis hepática. Las hemólisis crónicas también dan esplenomegalia.

Otra posición usada para palpar el polo inferior del bazo es un decúbito lateral derecho, con las piernas semiflectadas de modo de relajar la musculatura abdominal. El examinador se coloca detrás del paciente para palpar el hipocondrio izquierdo con sus dedos en garra (posición de Schuster).

Riñones.




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Generalmente no son palpables. Se ubican en la parte más posterior del abdomen, retroperitoneal. En su parte superior quedan protegidos por las costillas flotantes. El derecho es un poco más bajo que el izquierdo y su polo inferior tiene más posibilidades de ser palpable. Existen alteraciones renales en las que están más grandes y se logran palpar con más facilidad: hidronefrosis, riñón poliquístico, tumor renal. Una ptosis renal también facilita lo mismo.

Cuando se palpa con las dos manos, una por delante y otra por atrás, ayuda a fundamentar que se trata de un riñón si se percibe contacto lumbar, o sea, el empuje que se ejerce desde atrás se transmite hacia adelante.

Para palpar el riñón derecho estando el paciente en decúbito supino y el examinador en el lado derecho, se coloca la mano izquierda a nivel de la región lumbar, inmediatamente por debajo de las costillas, y la derecha, sobre el flanco, lateral al borde del músculo recto abdominal. Se ejerce presión logrando un efecto de "sándwich". Una maniobra que puede aumentar la posibilidad de palpar el polo inferior es pedir al paciente que inspire profundo por la boca y en ese momento el examinador trata de "atrapar" el riñón con sus manos, al descender; en la espiración libera la presión y el riñón se debiera "escapar".

Para palpar el riñón izquierdo desde el lado derecho del paciente, es necesario colocar la mano izquierda en la fosa lumbar izquierda del paciente, quedando con posibilidad de empujar hacia adelante, y con la mano derecha se palpa en el flanco. La otra forma es ubicándose el examinador en el lado izquierdo del paciente para examinar en forma parecida a lo que se hizo con el riñón derecho. En este caso, la mano derecha del examinador se ubica en la fosa lumbar y la izquierda palpa por el flanco.

Aorta.



Es posible palpar en personas de contextura delgada. Es frecuente sentir en la región del epigastrio un latido transmitido de la aorta. En mayores de 50 años es importante tener una mayor preocupación por evaluar su diámetro ya que con la edad es más frecuente encontrar dilataciones aneurismáticas. Para evaluar este aspecto se usan las dos manos puestas en el epigastrio a cada lado de la línea media, o ligeramente hacia la izquierda. El diámetro normal, sin contar con la contribución de la pared abdominal, no supera los 3 cm (promedio 2,5 cm). Si se sospecha un aneurisma, conviene evaluar al paciente con una ecotomografía.

Otros aspectos del examen abdominal.




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En pacientes con ascitis se puede encontrar el signo del témpano que se debe en gran medida a que algunas vísceras están como flotando en el líquido del peritoneo. Esto determina que al palpar el borde inferior del hígado o el bazo, y empujar dando como golpecitos suaves, se siente que los dedos chocan contra algo que flota en el líquido. Otro signo que ya se mencionó más arriba en la sección de la percusión, es el de la onda líquida (signo de la ola) que no es confiable.

Una técnica que se ha descrito para precisar el borde inferior del hígado consisten en colocar la membrana del estetoscopio sobre la zona hepática en la cara anterior de la parrilla costal y con un dedo de la otra mano se rasca ligeramente la superficie del abdomen mientras se ausculta. El rasquido se va acercando hacia la parrilla costal y al alcanzar el borde del hígado el sonido se intensifica.

La prueba del músculo psoas-ilíaco se usa en los casos en que existe la sospecha que una apendicitis. Se solicita al paciente que levante su pierna derecha estirada y el examinador le opone resistencia con una mano apoyada sobre el muslo. El signo sería positivo si desencadena dolor en el cuadrante inferior derecho.

Hernias de la región ínguino-crural.



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Una hernia es la protrusión de tejidos (epiplón, asas intestinales, ovario, etc.) contenidos en un saco herniario (habitualmente formado por peritoneo), a través de un anillo u orificio. En la región ínguino-crural se manifiestan por hernias inguinales (indirecta y directa) y crurales (o femorales). Las hernias inguinales indirectas pasan por el orificio inguinal profundo (lateral a los vasos epigástricos inferiores), descienden por el canal inguinal y pueden atravesar el anillo inguinal externo; las hernias inguinales directas aparecen por la pared posterior del canal inguinal (medial a los vasos epigástricos inferiores). Las hernias crurales pasan por detrás del ligamento inguinal, medial a la vena femoral, siguiendo el curso del canal femoral. Las inguinales se ven por encima del ligamento inguinal y las crurales por debajo de él. Cuando una inguinal desciende hasta la cavidad escrotal constituye una hernia ínguino-escrotal.

Las hernias pueden ser congénitas o adquiridas. Los esfuerzos físicos y la necesidad de aumentar en forma repetida la presión intraabdominal, como ocurre en personas constipadas o en hombres con crecimiento de la próstata, favorece su aparición.

Habitualmente el paciente nota un abultamiento que sale especialmente al caminar o estar de pie. También al toser o pujar. Al acostarse, tiende a desaparecer (hernia reductible). En otras ocasiones no se logra reducir totalmente (hernias irreductibles). Esto puede ocurrir por adherencias que se han formado, porque es de gran tamaño y "ha perdido el derecho a domicilio" o porque está atascada o estrangulada. Una hernia atascada es aquella que no se puede reducir pero no tiene compromiso de los vasos sanguíneos. Una hernia estrangulada tiene además compromiso vascular que puede determinar una necrosis de los elementos contenidos en el saco herniario. En este caso, que habitualmente se acompaña de mucho dolor, no se deben efectuar maniobras para reducir el contenido al abdomen por el riesgo de producir una peritonitis.

Las hernias inguinales indirectas son más frecuentes en niños y jóvenes de sexo masculino. Las inguinales directas se presentan en personas mayores. Las crurales, se ven especialmente en mujeres y tienen tendencia a atascarse con lo que pueden producir una obstrucción intestinal.

Se comienza examinando al paciente mientras está en decúbito dorsal. Si la hernia está afuera, es fácil de ver y palpar. De no ser así, se le solicita al paciente que tosa o efectúe una maniobra de Valsalva para hacerla más evidente. Otra alternativa es examinarlo de pie y que puje. En esta posición el rendimiento del examen es mejor. Al salir la hernia se aprecia un abultamiento y al aplicar presión con los dedos es posible reducirla nuevamente al interior del abdomen. Cuando esto ocurre, se siente el deslizamiento del contenido del saco herniario hacia el interior del abdomen y eventualmente se escucha el gorgoteo de asas intestinales. Esta sensación es categórica de la existencia de una hernia.

Otra maniobra que se puede efectuar en hernias inguinales es introducir un dedo hacia el canal inguinal a través del anillo inguinal externo, invaginando la piel del escroto. Este anillo normalmente no permite el paso del dedo, pero podría estar dilatado por la presión que ha ido ejerciendo la hernia, especialmente si es de un tamaño significativo. Cuando el paciente puja, el saco herniario choca con el dedo. No interesa tanto distinguir entre una hernia inguinal directa o indirecta ya que el cirujano tendrá la referencias anatómicas en forma más confiables al momento de operar.

Las hernias crurales deben buscarse en forma muy dirigida, especialmente frente a un cuadro sugerente de una obstrucción intestinal.

El diagnóstico diferencial se hace con adenopatías y abscesos.

Tacto rectal.




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El tacto rectal debe ser considerado como parte del examen del abdomen ya que puede aportar información valiosa.

Se puede efectuar con el paciente en distintas posiciones: (a) en decúbito lateral, habitualmente sobre el lado izquierdo, con ambas piernas flectadas a nivel de las caderas y rodillas, o con la extremidad de más abajo extendida y la de más arriba semiflectada (posición de Sims); (b) estando el paciente en decúbito dorsal con ambas extremidades inferiores flectadas y separadas; (c) estando el paciente en decúbito ventral sobre una mesa ginecológica, o de pie, pero flectado hacia adelante, apoyando sus manos sobre la camilla, o en una posición genupectoral en la que se apoya sobre las rodillas y codos. Cualquiera sea la posición elegida, se debe respetar el pudor del paciente.

En la inspección de la región anal se aprecia el aspecto de la piel, si existe humedad, o si se ven hemorroides externos, fisuras, orificios fistulosos, u otras lesiones (papilomas, condilomas, etc.). Podría ser conveniente disponer de una linterna para tener una mejor iluminación. Ante la sospecha de un prolapso rectal se le solicita al paciente que puje. También podrían protruir pólipos o hemorroides internos.

Cuando se observa una lesión se ubica según los punteros del reloj, definiendo las 12:00 horas en la línea media ventral y las 6:00 horas, en la línea media dorsal.

Luego se efectúa la palpación colocándose un guante desechable y lubricando el dedo índice con vaselina, dejando en la punta un poco más. Con el dedo enguantado y con vaselina se lubrica un poco el orificio externo del ano y se introduce el dedo con cuidado de modo de desencadenar un mínimo de molestias. En la introducción se aprecia el tono del esfínter anal. Cuando el examen provoca dolor o en personas tensas es frecuente encontrar un tono aumentado, en cambio, en ancianos o pacientes con lesiones neurológicas, se encuentra disminuido. Una fisura o un hemorroide trombosado pueden generar tanto dolor que el tacto no es posible efectuar. Un absceso perianal puede dar una zona abultada y dolorosa.

Introducido el dedo se aprecia la cavidad de la ampolla rectal, sus paredes y el contenido de deposiciones. En la pared anterior se palpa la próstata en los hombres y el cuello uterino en las mujeres. Es importante fijarse si existe alguna estrechez, dureza o formación en las paredes de la ampolla que sea sugerente del crecimiento de un tumor. En apendicitis aguda el fondo derecho es sensible.

La próstata se palpa normalmente como una nuez de un diámetro de unos 4 cm, cuya pared posterior protruye hacia el lumen rectal aproximadamente 1 cm. Se distinguen dos lóbulos laterales y un surco central. La superficie debe ser lisa y la consistencia como cauchosa. A veces se palpan las vesículas seminales en la parte de más arriba. En personas mayores de 40 años la próstata puede estar aumentada de volumen por una hipertrofia benigna (adenoma prostático). Si se palpa un nódulo de consistencia más dura que el resto de la glándula o de forma irregular debe plantearse la posibilidad de un cáncer.

La deposición que se observa en el guante al retirar el dedo se debe observar. Normalmente es blanda y de un color marrón (castaño). Si es de color negro, sugiere sangre de la parte alta del tubo digestivo; si se acompaña de sangre fresca, el sangramiento sería bajo; si la deposición es pálida, podría reflejar una falta de pigmentos biliares en un paciente ictérico y con patología biliar. A pesar que tenga un aspecto normal, conviene efectuar una prueba para detectar sangre oculta en la deposición (existen unos tarjetones que se manchan con una muestra de deposición y luego se agrega un reactivo que revelará la presencia de sangre si está presente).
    EXAMEN DE TÓRAX


 

 


 
INSPECCIÓN:
 se observa la conformación del tórax, condiciones de la pared torácica y
el tipo, amplitud y frecuencia de los movimientos respiratorios.


TECNICA: paciente sentado o de pie, cómodo, en posición natural, con torso
desnudo.



A) Forma del tórax


El tórax normal:





 

presenta grandes variaciones entre los individuos. Es asimétrico.
A simple vista solo pueden visualizarse los últimos espacios intercostales (no
visibles en obesidad).

-


Deformaciones bilaterales:




 


 

1) Tórax Paralítico(hábito tísico o en espiración permanente): puede ser congénito
o adquirido (ej: tuberculosis crónica avanzada).

2) Tórax enfisematoso
(en tonel o en inspiración permanente): es característico del
enfisema pulmonar obstructivo o broncógeno.


3) Tórax cifoscoliótico:
La cifoscoliosis puede ser constitucional (cifosis es la
curvatura de la columna vertebral de convexidad posterior y escoliosis es la
incurvación lateral de la columna) o sintomática (ej: raquitismo, mal de Pott,
osteomalacia).


 
 

-Deformaciones unilaterales:

1) Abovedamiento

puede ser causado por la presencia de líquido o gas en la pleura
y más rara vez por tumores o distensión pulmonar supletoria.



2) Retracción:

es característico de TBC pulmonar crónica, esclerosis pulmonar,
atelectasia pulmonar total, sínfisis pleural y paquipleuritis, actinomicosis y cáncer.




B) Pared torácica:
-Piel:






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puedo observar la coloración, presencia de fístulas y cicatrices y lesiones
primarias.



-TCS:
1) Atrofias:
en ciertos procesos crónicos pulmonares se observa la atrofia del TCS.

2) Circulación Venosa Colateral:
cuando el retorno de sangre al corazón derecho
está obstaculizado por algún proceso intratorácico, las venas pulmonares
superficiales (que en sujetos sanos, son apenas visibles) se vuelven tortuosas y
dilatadas.

3) Edema:
indica generalmente la existencia de un proceso supurativo dentro de la
cavidad torácica (generalmente empiema).

-Ginecomastia:



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raramente por afectaciones pulmonares se observa un aumento
en el tamaño de la mama en un hombre.

C) Movimientos Respiratorios:


-Alteraciones del tipo respiratorio:


1) Exageración:

en la mujer, el tipo respiratorio costal superior se exagera cuando la
movilidad del diafragma está disminuida o suprimida (aumento de P
intraabdominal, parálisis diafragmática). La exageración del tipo abdominal en el 
hombre ocurre principalmente en afecciones dolorosas de órganos torácicos, como
en pleuresías, fracturas costales y neuralgia intercostal.

-Alteraciones de la frecuencia:


1) Respiración acelerada (taquipnea):
es uno de los principales signos de disnea. Se
produce en diversos procesos del aparato respiratorio, en insuficiencia cardíaca,
fiebre, anemia, algunas intoxicaciones exógenas y afecciones del SN (encefalitis, HT
craneal e histeria).

2) Respiración lenta (bradipnea):
puede ocurrir en estados de colapso, coma
urémico y diabético, HT endocraneal y en la agonía.

-Alteraciones en la amplitud:

1) Respiración superficial:
disminuye la amplitud. En general se acompaña de
taquipnea y se presenta en procesos dolorosos torácicos.

2) Respiración profunda:
aumenta la amplitud. En general se acompaña de
bradipnea. La respiración profunda más típica se conoce como Respiración de
Kussmaul (inspiración profunda y ruidosa, seguida de una pausa, a la que sucede
una espiración breve y quejumbrosa). Esta respiración es típica en estados de
Acidosis (principalmente en coma diabético).

-Retracciones torácicas inspiratorias. Tiraje:




 


 

Cuando existe un obstáculo que se opone a la penetración de aire y por lo tanto el
pulmón no puede expandirse libremente, se produce una depresión de partes
blandas (hueco epigástrico, espacios intercostales, fosa supraesternal y fosas supra
e infraclaviculares) durante la inspiración, por efecto de la presión atmosférica
ejercida sobre la superficie externa del tórax.

 
1) Bilaterales:
si el obstáculo asienta por encima de la bifurcación traqueal (crup
diftérico, tumores de laringe, compresiones de la tráquea, cuerpos extraños, etc.),
la retracción inspiratoria será bilateral. A este fenómeno se lo denomina tiraje. Las
retracciones bilaterales también pueden ocurrir en las estenosis generalizadas de
pequeños bronquios y en lesiones difusas del parénquima pulmonar (asma
bronquial, bronquitis capilar, bronconeumonía, TBC miliar).

 
2) Unilaterales:
se producen cuando existe una estenosis en el bronquio principal
del pulmón correspondiente (puede ser producida por tumores, cuerpos extraños,
exudados bronquiales, etc.).

 
3) Localizadas:
consecuencia de causas puramente locales como la obliteración de
los pequeños bronquios o las condensaciones pulmonares.


PALPACIÓN:




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Objetivo:
verificar y completar los hallazgos de la inspección y examinar la
sensibilidad y resistencias torácicas y de las vibraciones o estremecimientos
torácicos.

Técnica general:
paciente preferentemente sentado o de pie, tórax descubierto,
musculatura relajada y manos del examinador a adecuada temperatura.

Evaluación:

A) Partes blandas
-Atrofia de la piel y tejido celular subcutáneo.
Se puede ver precozmente en procesos pulmonares. Se evalúa tomando entre el
pulgar y el índice un pliegue de la piel en regiones simétricas.

-Edema.
Se encuentra generalmente en caso de compresión de gruesos troncos venosos.

-Enfisema subcutáneo.
La palpación suave con el pulpejo de los dedos da una sensación de crepitación
como si se rompieran pequeños alvéolos de paredes secas y friables llenos de aire.
El enfisema subcutáneo indica la presencia de gas en el TCS y se observa en caso
de neumotórax, enfisema mediastínico espontáneo (Síndrome de Hamman) o en el
enfisema secundario a traumatismos, perforaciones de la tráquea, bronquios y
esófago.

-Ganglios.
Las tumefacciones ganglionares, especialmente supraclaviculares y axilares,
pueden encontrarse en linfomas y también en la evolución del carcinoma
broncopulmonar. En otras neoplasias viscerales, especialmente en el carcinoma
gástrico, suele encontrarse un ganglio único, duro e indoloro, y a veces un grupo
ganglionar situado en la región supraclavicular izquierda, detrás de un ángulo
formado por la clavícula y el haz clavicular del esternocleidomastoideo (ganglio de
Troisier). En el carcinoma de mama puede ocurrir lo mismo, en la región axilar.

-Contracturas y atrofias musculares
Se palpan con el pulpejo de los dedos las masas musculares y se evalúa la
resistencia opuesta al dedo. Son acentuadas en casos de inflamación aguda. En las
pleuresías puede observarse el signo de Ramona, que consiste en la contractura de
los músculos de los canales vertebrales. En tumores malignos, las contracturas son
muy acentuadas y a veces extensas.
Después de un período prolongado de contractura, suceden la hipotonía y la atrofia.

B) Sensibilidad Torácica
Se evalúa con la palpación, en condiciones normales, la palpación del tórax no
despierta dolor.

C) Resistencia torácica
El tórax normal presenta cierto grado de resistencia a la depresión manual variable
con la edad (el tórax de los niños es más depresible que el de los ancianos).
Para apreciar la resistencia torácica se comprimen las diferentes porciones del tórax
con ambas manos.
El aumento bilateral de la resistencia es muy acentuado en caso de enfisema
pulmonar y de raquitismo después de la curación. El aumento unilateral de la
resistencia se encuentra a menudo en los derrames pleurales abundantes, grandes
tumores y condensaciones extensas del pulmón.
La disminución de la resistencia se produce sólo en procesos de la caja torácica:
raquitismo y osteomalacia.

D) Expansión torácica.
Se investiga en los vértices, bases y en regiones infraclaviculares. Se realiza la
maniobra de aproximación y alejamiento de los pulgares.
-Alteraciones de la expansión torácica:
 
1) Bilaterales:
el aumento se produce e casos en que el tipo respiratorio se haga
puramente costal por causa de procesos abdominales que dificultan los
movimientos del diafragma. La causa más frecuente de disminución bilateral es el
enfisema pulmonar (también puede observarse en las lesiones pleuropulmonares
como esclerodermia y en procesos dolorosos torácicos).

2) Unilaterales:
la disminución de la expansión de un lado del tórax se observa en
lesiones pleuropulmonares unilaterales agudas o crónicas extendidas (TBC,
esclerosis pulmonar, tumores, neumonías, atelectasia pulmonar y colecciones
líquidas o gaseosas de la pleura).

3) Localizadas:
la disminución de la expansión torácica, limitada a una región del
tórax, se produce en procesos pleuropulmonares localizados. Los derrames no muy
abundantes que ocupan la parte declive de la cavidad pleural, reducen la expansión
de la parte baja del tórax.

E) Vibraciones torácicas.
La técnica se realiza aplicando la mano sobre el tórax mientras el paciente
pronuncia en voz alta “treinta y tres” para obtener variaciones de gran amplitud. La
palpación se efectúa colocando suavemente la palma de la mano sin presionar,
explorando de arriba hacia abajo, las superficies posterior, anterior y lateral
sucesivamente y comparando las regiones simétricas.

-Vibraciones normales:
la intensidad de las vibraciones vocales está en relación
directa con la intensidad y en relación inversa con la tonalidad de la voz.

Las vibraciones son ligeramente más fuertes en el lado derecho, debido al mayor
calibre del bronquio derecha (se manifiesta más en el vértice).
Las vibraciones vocales son más intensas en la región anterior, principalmente en la
región infraclavicular (sobre todo a la derecha). Sobre la clavícula la intensidad es
menor que en la región supraclavicular. En la región mamaria, la intensidad es algo
menor que en la infraclavicular y decrece paulatinamente hacia abajo para
desaparecer por completo más allá del borde pulmonar. En la región en que la
pared torácica contacta con el corazón, desaparecen por completo. En el esternón
las vibraciones son más pronunciadas en el cuerpo que en manubrio y apéndice.
Por detrás (la intensidad de las vibraciones en menor que por delante), la mayor
intensidad se encuentra la región escapulovetebral, por la proximidad de la tráquea
y de los gruesos bronquios y es menor en las regiones supraescapulares e
infraescapulares, y alcanza su menor intensidad en la escápula.
En las regiones laterales, la intensidad de las vibraciones decrece de arriba hacia
abajo.

-Vibraciones patológicas:

 
1) Aumento
: las vibraciones aumentan en estados de condensación pulmonar
debido a que el tejido compacto en un medio muy favorable para la conducción de
las vibraciones (la zona condensada debe ser voluminosa y debe estar libre la luz
bronquial).
Las vibraciones exageradas aparecen también en caso de cavidades pulmonares
(voluminosas, periféricas y en comunicación con un bronquio)

2) Disminución:
depende de la deficiencia del órgano emisor o del órgano
trasmisor. En el primer caso, un ejemplo común es la afonía o la disfonía. En el
segundo caso, el obstáculo a la propagación de las vibraciones puede radicar en los
tubos aéreos (laringe, tráquea o bronquios), en el pulmón (enfisema pulmonar,
cavidades pulmonares no rodeadas de condensación y quistes próximos a la
pleura), entre en pulmón y la pared (engrosamiento de la pleura, hidrotórax,
hemotórax o una colección gaseosa) o en la pared (obesidad exagerada, anasarca y
enfisema subcutáneo).

PERCUSIÓN:












OBJETIVO:

 
apreciar las variaciones de sonoridad dependientes del estado físico del
contenido torácico. Permite además, determinar la posición de los contornos de los
órganos y fijar los límites entre las posiciones normales y las alteradas.

Técnica:

el paciente puede estar sentado, de pie o acostado, en actitud cómoda.
El tórax debe estar descubierto y la musculatura en la mayor relajación posible,
Metódicamente, la percusión se realiza de arriba hacia abajo, comenzando por la
región posterior, siguiendo por la anterior y terminando por las laterales.
 

A) Sonoridad pulmonar normal.
 
En la parte anterior del tórax el máximo de sonoridad se encuentra en el primero y
el segundo espacio, debido a la anchura de éstos y a la delgadez relativa de los
músculos torácicos de esta región. En la mujer, la presencia de la glándula
mamaria, a partir del segundo espacio hacia abajo, el sonido es menos intenso y de
tonalidad más elevada.
 
En el lado derecho, desde el cuarto espacio intercostal, por la presencia del hígado,
el sonido se hace menos claro, submate, hasta llegar a ser completamente mate en
el sitio en el que el hígado está en contacto con la pared torácica, sin interposición
del pulmón (matidez absoluta).
 
En el lado izquierdo, por la presencia del corazón, el sonido es menos claro desde la
tercera costilla y se hace completamente mate en la región descubierta del
corazón. En la proximidad a la cámara gaseosa gástrica, se produce un sonido
timpanito (espacio semilunar de Traube).
 
Es producida por las turbulencias generadas por el pasaje del aire a través de la vía
aérea alta. Audible en la inspiración y en la espiración, separadas ambas fases por
una leve pausa.
 
Es fácil de reconocer colocando el estetoscopio sobre la tráquea en la cara anterior
del cuello. También se lo percibe en el dorso de la columna cervical. Normalmente
no se ausculta sobre los pulmones.

B) Murmullo vesicular.
Se lo percibe en todas las partes en que el pulmón normal está en contacto con la
pared torácica. Es el resultado de la suma de los ruidos elementales producidos por
el aire al ser aspirado por millones de alvéolos que se distienden bruscamente en la
inspiración.
 
Es suave, tonalidad baja, predomina en la inspiración (3:1 / 4:1). Se lo ausculta con
máxima pureza sobre la cara anterior en los dos primeros espacios intercostales, en
las regiones infraescapulares y axilares.

C) Respiración broncovesicular.
Representa la superposición del murmullo vesicular y la respiración laringotraqueal.
Se lo ausculta en la región infraescapular derecha, sobre el manubrio esternal y las
articulaciones esternoclaviculares y en la región interescapular, en especial del lado
derecho.

D) Hallazgos anormales.


-Alteraciones cuantitativas del murmullo vesicular.

1) Aumento:
 
se da pro ejemplo en caso de hiperventilación (ejercicio, acidosis
metabólica – respiración de Kussamaul).

2) Disminución o Abolición:
 
puede deberse a alteraciones en la producción (si la
entrada de aire en los alvéolos se encuentra disminuida), como pasa por ejemplo en
el enfisema pulmonar o en la atelectasia por obstrucción de la luz bronquial.
También puede deberse a alteraciones en la transmisión, como pasa en la obesidad
(por interposición del panalículo adiposo) y los grandes derrames o el neumotórax.

- Reemplazo del murmullo vesicular por otros ruidos respiratorios.
1) Soplos o respiración laringotraqueal:
en determinadas circunstancia puede percibirse sobre en parénquima pulmonar. Para que esto suceda deben darse ciertas condiciones (la condensación debe alcanzar la superficie pulmonar, debe tener cierto volumen y la vía aérea debe estar permeable) que faciliten la conducción del ruido originado en el interior de los tubos aéreos. El ejemplo característico es la neumonía en la cual la ocupación alveolar por secreciones torna
al tejido más compacto y por lo tanto más apto para transmitir al sonido.

2) Soplo pleural:
originado por el pulmón colapsado debido a un derrame pleural.

3) Soplo cavernoso o cavitario y anfórico
- Ruidos Agregados.
No se auscultan en condiciones fisiológicas y son expresión de patología de las
diferentes estructuras del pulmón o de las pleuras.
 
1) Sibilancias y roncus:
son sonidos musicales continuos, asociados con obstrucción
bronquial en deferentes niveles por secreciones espesas, espasmo de la
musculatura bronquial o edema de la mucosa. Son característicos del asma y
bronquitis crónica. Los de tono más alto indican mayor obstrucción. Se auscultan
predominantemente en espiración pero pueden oírse en ambas fases respiratorias.
Las sibilancias polifónicas son típicas del asma bronquial. La sibilancia monofónica
puede indicar obstrucción parcial de un bronquio por un tumor o un cuerpo extraño.
Los de tonalidad más baja o grave se denominan roncus.
2) Estertores:
son sobre todo inspiratorios y se deben a la presencia de secreciones
en los bronquios o al colapso y apertura alveolar.
Los originados en bronquios de diferentes tamaños ocupados por secreciones
(típicos de bronquitis) se conocen como estertores húmedos. Éstos, se auscultan en
ambas fases y se modifican o movilizan con la tos.
Los estertores originados en los alvéolos, que se auscultan como una lluvia de finas
capitaciones homogéneas al final de la inspiración se denominan estertorescrepitantes y no se modifican con la tos. Son característicos de la neumonía en
etapa inicial y en etapa de resolución, insuficiencia cardíaca y patología intersticial.

-Frote pleural.
Los ocasiona el roce, durante la respiración, de las superficies pleurales inflamadas.
Es característico de las pleuritis agudas y puede encontrase también en la
infiltración pleura neoplásica,
Se ausculta en ambas fases respiratorias. Aunque predomina en la inspiración, no
se modifica con la tos. Desaparece si se instala un derrame pleural.

E) Auscultación de la voz.
En condiciones normales la voz se ausculta sin que puedan ser distinguidas las
vocales, las consonantes ni la articulación de la palabra.
- Abolición o disminución.
Se produce cuando existe algún obstáculo a la propagación de las vibraciones
desde la laringe hasta la pared del tórax. Se comprueba en atelectasias, enfisema
pulmonar, neumotórax y derrames pleurales. También una pared torácica muy
gruesa (obesidad) puede disminuir la auscultación de la voz.

-Variaciones patológicas.
1) Broncofonía:
aumenta la resonancia de la voz, sin mayor nitidez.
2) Pectoriloquia:
la voz se oye clara y fuerte y se percibe la articulación de la palabra.
3) Pectoriloquia áfona:
la voz se oye clara y fuerte pero cuando el paciente dice
“treinta y tres” con vos cuchichiada (en condiciones normales el fenómeno ocurre
auscultando sobre las vértebras cervicales inferiores).
4) Egofonía:la voz tiene un carácter tembloroso.




AUSCULTACIÓN:













1. Sentar al paciente derecho.

2. Con el estetoscopio, escuchar los pulmones con el paciente respirando un poco más profundo de lo norma] y la boca abierta. (Permitir las pausas necesarias para evitar hiperventilación.)

3. Colocar el estetoscopio en las mismas áreas de la pared torácica que se percutieron, y escuchar una inspiración y espiración completa en cada área.

4. Comparar áreas simétricas de manera metódica desde la punta a la base de los pulmones,

5. Debe ser posible distinguir tres tipos de ruidos respiratorios normales. como se indica en el siguiente cuadro:

*Nota: si el paciente puede sentarse para explorar el tórax posterior y los pulmones, colocarlo de un lado y en seguida del otro a medida que se examinan los campos pulmonares.

Normalmente, durante la percusión hay resonancia en áreas simétricas del pulmón.
El ruido de la percusión puede alterarse por mala percusión, exceso de tejido o ambos,

Ruidos respiratorios

Durante la auscultación, los ruidos respiratorios varían según la proximidad de los grandes bronquios.

a) Son más intensos y rudos cerca de grandes bronquios y en la parte anterior.

b) Son más suaves y muy finos (vesiculares) en la periferia sobre los alvéolos.

La duración de los ruidos respiratorios varía con la inspiración y la aspiración.

Normalmente los ruidos pueden disminuir en individuos obesos.

Las enfermedades alterarán los ruidos respiratorios bronquiales, broncovesiculares y vesiculares normales. (Es necesario observar y localizar los ruidos respiratorios anormales o ruidos adventicios.)